RSS

Adaptación del cuento"Toda clase de pieles"

LA PATA LUNA.

Erase una vez, un pato llamado Lito y su querida esposa, una preciosa cisne, llamada Linda. Juntos tenían un nido lleno de huevo y deseaban ansiosos ver a sus pequeños hijos nadar por el lago.
Por fin llegó el momento y sólo se rompió el cascarón de uno de los huevos,  naciendo así la pequeña Luna.

Esto hizo que Lito y Linda de entristecieran mucho, ya que solo tendrían un hijo, pero por otro lado su pequeña niña, era la patita más guapa que habían visto jamás. Linda estaba muy triste y no entendía porque ocurrió aquello con sus otros pequeños. Una mañana, se levantó llorando, le dio un beso a su pequeña y se fue nadando por el lago a un lugar en el que nadie la volvería a ver.

Lito se puso muy triste también y paso meses buscando a su esposa por todas partes, pero no la encontró. Entre los juncos del río, en las casas de los otros patos, pero nadie sabía nada de su mujer.
Mientras tanto, la pequeña Luna, iba creciendo y empezó a nadar ella sola, a jugar por el lago con sus amigos y a irse por lugares que papá le tenía prohibido. Lito siempre le decía a su pequeña, que no saliese del agua del lago, porque la tierra está llena de peligros para los patos.

Luna siempre desobedecía a su papá y se pasaba la mayoría de las tardes castigada y sin ver a nadie. Pasaron los años, y aunque era muy feliz con su papá, decidió que tenía que descubrir que había más allá del lago, así que, cogió una maleta, guardó un poco de comida, un gorrito de lana y una pluma de su padre y se marchó.


Pasaron los días y Lito volvió a entristecer al ver que se había quedado sólo y sin saber si volvería a ver a su pequeña.
Luna paso días y días andando por el bosque y corriendo peligros que ni se podría haber imaginado hace unos meses. Pero no podía volver con su padre, porque no sabía cual era el camino, además, estaba demasiado cansada como para continuar andando. Se metió en el hueco de un árbol, se puso el gorrito de lana para no pasar frío y se quedó profundamente dormida.

Por la mañana, al abrir los ojos, descubrió que no estaba en el bosque, sino en una preciosa casa de madera y en una cama, bastante cómoda. Se levantó, y por su puerta entró un bello cisne y le preguntó que si había dormido bien. Ella le dijo que si, pero que no sabía como había llegado hasta allí.

Muy sencillo, dijo el cisne, anoche cuando iba a darme mi baño nocturno al lago, te vi dentro del tronco de un árbol y decidí traerte a mi hogar para ayudarte. Luna le agradeció lo que había hecho por ella, pero le dijo que se tenía que marchar. Pero al intentar levantarse de la cama, vio que tenía su pata derecha rota y que le sería imposible continuar su camino. Así que, le dijo al cisne que si no era mucha molestia, pasaría 3 días más en su casa, hasta que se recuperase.

El cisne, aceptó encantado, ya que desde el primer momento en que vio a Luna, se enamoró totalmente de ella, ya que era la patita más guapa que había visto jamás.

Durante estos días, el cisne no paraba de complacer a Luna y ella empezó a notar algo en su corazoncito. Cada noche, debajo de su almohada, aparecía un regalo por arte de magia y Luna no le daba ni las gracias al cisne.
La primera noche se encontró con una bonita flor y Luna no le dijo nada.
La segunda noche, se encontró con un poco de paja y Luna tampoco le dijo nada.
Y a la tercera noche, Luna estaba deseando ver que había debajo de su almohada, y solo encontró unas gotas de agua.

A la mañana siguiente, Luna ya estaba recuperada y se disponía a salir de la casa cuando apareció un pequeño duendecillo que le dijo:

-¿No te han gustado los regalos?
Si, dijo Luna, pero pensaba que era el cisne el que me los mandaba.
Pues no, yo entraba en los sueños de tu amigo por las noches y cogí un trocito de lo que soñaba cada una de ellas.
La primera noche, soñó que eras tan bonita como una flor.
La segunda noche, soñó que formabais un nido y teníais patitos.
Y la tercera noche, solo lloraba porque te ibas a marchar.

Luna, no se lo pensó ni un momento, fue corriendo a buscar al cisne, le abrazó y le dijo:
-no llores más, porque vamos a estar juntos para siempre.


Y VIVIERON FELICES Y COMIERON MIGAS DE PAN.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

1 comentarios:

Irune Labajo dijo...

Bien. Es un cuento muy bonito, aunque cambias el sentido del viaje iniciático pasándole varias de las actividades de toda clase de pieles al duende. Es decir, haces a tu protagonista mucho menos partícipe de lo que quiere conseguir y, además, los objetos que se lleva de su casa no le "sirven" para encontrar su destino.

Publicar un comentario